Temas de superación y desarrollo personal
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Meditar es una práctica que puede ser muy beneficiosa para la mente y el cuerpo. Aquí tienes una guía básica para comenzar con la meditación:
Paso 1: Encuentra un lugar tranquilo: Busca un lugar donde puedas estar tranquilo y sin interrupciones durante unos minutos. Puede ser una habitación silenciosa, un rincón en tu hogar, o incluso al aire libre si es posible.
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- Tomarse un descanso para desconectar en el puesto de trabajo. Puedes dar un breve paseo, tomar una infusión o leer un libro que te relaje.
- Describir el empleo. Puedes escribir en un papel cuáles son tus funciones, objetivos y responsabilidades en el trabajo, y revisar si son claras y razonables.
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- **Hacer ejercicio físico regularmente**: El ejercicio te ayuda a liberar endorfinas, que son sustancias químicas que mejoran tu estado de ánimo y reducen el dolor. También disminuye las hormonas del estrés, como el cortisol, y mejora la calidad del sueño y la confianza en ti mismo¹.
Hemos hablado sobre el impacto del estrés en la mente y el
cuerpo. Ahora vamos a profundizar en cómo el estrés con el tiempo puede
enfermar el cuerpo físico y la mente, no olvidemos que así como proyectamos nuestra realidad hacia afuera, así somos por dentro.
Estrés en el cuerpo
El estrés en el cuerpo está controlado por una hormona
llamada “cortisol”.
Esta hormona puede ser buena para el cuerpo en el caso de
una emergencia. Cuando el cuerpo está inundado de cortisol por el estrés y/o
miedo, el cuerpo experimentará respiración acelerada, frecuencia cardíaca,
presión arterial elevada y digestión lenta entre otros factores.
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Cuando estás en una emergencia, este estrés te ayuda a salir
de la situación mientras se previene un posible el daño, el cuerpo hace lo posible
por mantenerse vivo, es un mecanismo de defensa del cuerpo humano. Sin embargo,
el estrés del que estamos hablando no te salvará de una emergencia que ponga en
peligro tu vida.
El estrés en una situación de emergencia aumentará sus
niveles de cortisol durante períodos prolongados. Cuando una persona experimenta
estrés (incluso si es una cantidad baja de estrés) por períodos prolongados, los
efectos de la hormona pueden enfermar el cuerpo.
Al acelerar tu respiración y ritmo cardíaco, la sangre y la
presión aumentan y los procesos digestivos se interrumpen durante mucho tiempo;
es cuando el cuerpo se cansará y se enfermará.
Piensa en ello como conducir tu automóvil demasiado rápido.
En breves periodos de tiempo, conducir rápidamente te llevará a tu destino
rápidamente. Sin embargo, al acelerar demasiado los neumáticos se desgastarán y
la estructura de la máquina se sobrecalentará hasta llegar al límite de su
capacidad, además del desgaste de gasolina y energía en el automóvil.
Cuando vives en un espacio desordenado durante mucho tiempo,
ese estrés se acumula en tu cuerpo. Experimentarás problemas estomacales, y
posiblemente enfermedades en el corazón, problemas por el aumento de la presión
arterial, la fatiga aumenta, el apetito disminuye, al igual que el sueño
natural, y muchos más problemas que puede experimentar el cuerpo con el tiempo…
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El estrés también se puede acumular en los músculos y las
articulaciones. Con el paso del tiempo, sentirás dolores físicos haciendo que
tus músculos duelan y las articulaciones se inflamen.
Todos estos síntomas pueden provocar ataques cardíacos,
hipertensión arterial, accidentes cerebrovasculares y otros eventos no deseados
con el tiempo.
Estrés en la mente
El impacto del estrés en la mente no es lo mejor. El estrés
a largo plazo hace que la capacidad de tu mente disminuya y por consiguiente
puede empeorar.
En un artículo anterior, hemos hablado de cómo el estrés a
largo plazo puede causar mayores niveles de procrastineación y dificultades en
la concentración.
Cuando estás estresado/a, gran parte de tu poder mental se
concentra en la causa del estrés y lo que debes hacer al respecto. Luego,
mientras tratas de continuar con tu día, tu cerebro tiene que trabajar más duro
para hacer las tareas diarias que necesitas realizar.
Si tu cerebro tiene que trabajar más de lo que debería, eso lo
agotará al final del día y le dificultará pensar.
Puedes experimentar una niebla mental, y mayores cantidades
de estrés cuando necesitas realizar tareas sencillas y con un mayor número de
distracciones.
Este estrés puede dañar tu salud mental. cuando tu espacio y
la mente están abarrotados, eso puede ponerte muy ansioso/a. Tu autoestima
bajará y puede conducir a un empeoramiento de la ansiedad e incluso a la depresión.
Cuando la depresión entra en consideración, un círculo
vicioso comienza a tomar forma. El desorden que tienes en tu casa o en tu
oficina hace que sientas vergüenza y baja autoestima. Esta autoestima baja
posiblemente conduce a la depresión.
Con la depresión, el desorden se vuelve más difícil, lo que
significa que tu espacio permanecerá desordenado por períodos más largos de
tiempo.
Un ciclo similar puede ocurrir con la ansiedad. Si eres una persona
ansiosa, el desorden se acumula más que todo por descuido, por un abandono por
estar ocupado/a pensando en otras cosas que consideras más importantes o
interesantes.
Sin embargo, la ansiedad puede aumentar y con ello,
dificulta la limpieza en tu hogar o trabajo.
En casos extremos, grandes cantidades de estrés durante
largos períodos de tiempo, hará que la gente recurra al abuso de sustancias que
lo único que hacen es aumentar o empeorar más el problema de depresión o
ansiedad.
Para estas personas que experimentan demasiado el desorden
en su espacio, no se dan cuenta del estado de su mente y de su realidad. Esto
puede ser muy abrumador con el tiempo.
En los siguientes capítulos, repasaremos los pasos que la
persona debe experimentar para cambiar su mentalidad y cómo limpiar su espacio.
El espacio físico es una representación tal cuál como está la mente de cada
persona.
Por suerte, tienes muchas maneras de empezar a practicar la
atención plena todos los días.
No necesitas materiales lujosos o costosos. Ni ir a ninguna parte. Todo lo que necesitas es tomar algunas respiraciones profundas y tu cerebro, nada más.
El mindfulness, también conocido como atención plena, es una práctica de origen budista que se ha popularizado en occidente y se ha integrado en diversos enfoques terapéuticos y de bienestar. Se refiere a la capacidad de prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar y sin distraerse con pensamientos, emociones o sensaciones físicas.
